Me parece fascinante que
la nueva ley del servicio civil tenga un artículo donde se autoriza el despido
de personal por causa de “adelantos tecnológicos o científicos”. Debe ser la
primera vez que, en una ley, se reconoce, explícitamente, que las maravillas de
la innovación conducen a la supresión de puestos de trabajo (salvo, por cierto,
que se redujera universalmente la jornada de trabajo, cosa que, como bien sabemos, no ocurre ahora). Está usted avisado, amigo
trabajador: en aras del progreso, usted –y muchos otros– serán echados a la
mera calle. Mi amigo Fernando Villarán, que postula que la innovación es casi
la panacea del bienestar, debe sentirse satisfecho de que la ley consagre el
derecho de las máquinas a tomar los puestos de trabajo de los descartables y
obsoletos seres humanos. No cabe duda de que, por fin, hemos entrado en la
senda irreversible del progreso.
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