Por: DANTE CRUZ RODRIGUEZ
willdant@hotmail.com
Un seis de julio más que el magisterio nacional ve pasar. Es el día del maestro y a celebrar se ha dicho. ¿Y qué es lo que vamos a celebrar? En realidad no hay mucho para celebrar. Pero sí el saludo entre nosotros, como siempre, estará presente; así como el abrazo de algún alumno o padre de familia que por ahí se acuerde. Pero esto es más por costumbre que por la existencia de razones que conviertan a esta fecha en una real plataforma de abrumador y chorreante júbilo.
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Un seis de julio más que el magisterio nacional ve pasar. Es el día del maestro y a celebrar se ha dicho. ¿Y qué es lo que vamos a celebrar? En realidad no hay mucho para celebrar. Pero sí el saludo entre nosotros, como siempre, estará presente; así como el abrazo de algún alumno o padre de familia que por ahí se acuerde. Pero esto es más por costumbre que por la existencia de razones que conviertan a esta fecha en una real plataforma de abrumador y chorreante júbilo.
Un cumpleaños o un aniversario lo celebra el rico y lo celebra el pobre. El rico con sus millones de soles y el pobre con sus millones de sueños y esperanzas. El rico ahogándose en los más costosos whiskys y el pobre a lo más con gaseosa o limonada. Entonces, bajo esta irrebatible realidad, los maestros del Perú también celebramos nuestro día. ¿Pero de qué nos alegramos los docentes peruanos? Creemos que dentro del panorama borrascoso por el que navega nuestra educación, los maestros del Perú aún seguimos de pie. En condiciones adversas, tratamos día a día abrir compuertas hacia el desarrollo y la cultura de los pueblos. Los docentes del Perú seguimos levantando la bandera de la esperanza, sin inclinar la cabeza ante ninguna autoridad por más autoritaria o bocona que ésta sea. Estos son algunos aspectos que nos reconforta el espíritu. Puesto que el caminar (sin detenernos) por esta trocha llena de abultadas piedras nos hace crecer en dignidad.
Pero, así mismo, los maestros no somos seres de vida inmaterial. Todo lo contrario. Como cualquier ser humano, vivimos una realidad concreta aquí. Y las condiciones de esa realidad concreta en estos últimos años se ha visto seriamente mermadas, sobre todo en estos cuatro años de gobierno aprista. Así podemos recordar que nunca antes un jefe de estado nos insultó diciéndonos comechados y sinvergüenzas, por el hecho de cuestionar las políticas educativas de su régimen y de ejercer derechos constitucionales como el derecho a huelga. Nunca antes un presidente, en todo su periodo gubernamental, dejó de aumentar unos centavos al pigmeo sueldo magisterial, como sí lo ha hecho este gobierno en su casi ya completado periodo. El costo de vida se ha elevado considerablemente durante este gobierno, y el único sector estatal que hasta hoy no ha recibido ni medio céntimo de incremento de sueldos, es el magisterial.
Este gobierno se ha convertido en un régimen evaluador del magisterio. Esto sería bueno sino hubiera el calculado y truculento propósito político detrás. Este gobierno es el que más se ha empeñado en imponer al caballazo limpio leyes y políticas educativas que precarizar aún más nuestra educación en general y la situación del maestro, en particular. En suma, podemos seguir enumerando hechos que barnizan de indignación y frustración el alma del magisterio peruano. Pero más allá de ello, hoy renovemos una vez más nuestro compromiso de seguir sembrando cultura y conciencia de libertad, dignidad y desarrollo en las mentes de nuestros alumnos, para juntos seguir atizando el sueño de una patria mejor.
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