sábado, 10 de agosto de 2013

A 134 años del nacimiento de Zapata, los poderosos lo ignoran y los pueblos lo reviven



Subcomandante Marcos: "Aquí estamos, mi General, porque estos gobiernos siguen sin memoria para los indígenas, y porque los ricos hacendados, con otros nombres, siguen despojando de su tierra a los campesinos..."
Uno de los homenajes a Emiliano Zapata a lo largo de territorio mexicano, en Izucar de Matamoros, Puebla, con la presencia del bisnieto del General revlucionario en el aniversario de su muerte. | Foto Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución
Uno de los homenajes a Emiliano Zapata a lo largo de territorio mexicano, en Izucar de Matamoros, Puebla, con la presencia del bisnieto del General revolucionario en el aniversario de su muerte. | Foto Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución
En Yucatán el Estado lo honró con la formalidad de un prócer. En el Estado de Morelos, donde nació, sus descendientes organizaron diversas actividades artísticas y culturales, además la reinauguración del Parque Anenecuilco y la Feria Nacional Zapata. En el Estado de Chiapas— donde su pensamiento tomó cuerpo, se alzó en armas y conquistó la autonomía indígena— a la fiesta se suma el compromiso de seguir luchando por la vida, no sólo por el poder; porque el poder sólo en sí mismo y para sí, pudre la sangre y enturbia el pensamiento…
© Redacción Sol de Pando
SÍNTESIS BIOGRÁFICA Hijo de campesinos indígenas, Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879, en San Miguel Anenecuilco, del Distrito de Villa de Ayala en el estado de Morelos. Fue hijo de Cleofás Salazar y Gabriel Zapata. A los 17 años quedó huérfano de padre.  Dedicado desde niño a las labores del campo,  en su juventud se convirtió en un domador de caballos conocido en los pueblos y haciendas de su región natal. En 1909 fue elegido Presidente de la Junta de defensa de las tierras de Anenecuilco. En 1911, Zapata levantó en armas a numerosos campesinos de Anenecuilco en contra del gobierno porfirista, respondiendo así al llamado a la rebelión que hizo Francisco I. Madero en el Plan de San Luis, con el fin de restituir las tierras arrebatadas a los pueblos por los hacendados. Al triunfo de la rebelión maderista se negó a desarmar a sus hombres hasta no ver cumplidas sus demandas de restitución de las tierras. Mientras negociaba con los representantes de Madero, sus fuerzas fueron atacadas por las tropas federales, obligando a los campesinos rebeldes a refugiarse en las montañas, donde el 28 de noviembre de 1911 Zapata proclamó el Plan de Ayala, en el que exigía la devolución de las tierras de los pueblos y la dotación de ejidos a las poblaciones. Este programa se convirtió desde entonces en la bandera del agrarismo mexicano y en una de las demandas más importantes de la revolución. Al frente de los campesinos despojados resistió durante ocho años contra los gobiernos de Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza. A partir de la segunda mitad de 1914 y a lo largo de 1915 el estado de Morelos vivió en relativa paz, mientras los aliados de Zapata, los ejércitos villistas, combatían contra los constitucionalistas. Durante esos meses, Zapata repartió la tierra e impuso un régimen de justicia elemental que beneficiara a los campesinos. Tras la derrota de los villistas, nuevos ejércitos invadieron el campo de Morelos, sin lograr doblegar la resistencia guerrillera.  El único medio fue la traición del coronel Jesús Guajardo, quien dirigía las operaciones gubernamentales contra Zapata,  y que con el pretexto de un encuentro secreto lo atrajo a la hacienda de Chinameca donde le tenía preparada una emboscada.  Allí fue asesinado, el 10 de abril de 1919.
SÍNTESIS BIOGRÁFICA
Hijo de campesinos indígenas, Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879, en San Miguel Anenecuilco, del Distrito de Villa de Ayala en el estado de Morelos. Fue hijo de Cleofás Salazar y Gabriel Zapata. A los 17 años quedó huérfano de padre. Dedicado desde niño a las labores del campo, en su juventud se convirtió en un domador de caballos conocido en los pueblos y haciendas de su región natal. En 1909 fue elegido Presidente de la Junta de defensa de las tierras de Anenecuilco.
En 1911, Zapata levantó en armas a numerosos campesinos de Anenecuilco en contra del gobierno porfirista, respondiendo así al llamado a la rebelión que hizo Francisco I. Madero en el Plan de San Luis, con el fin de restituir las tierras arrebatadas a los pueblos por los hacendados.
Al triunfo de la rebelión maderista se negó a desarmar a sus hombres hasta no ver cumplidas sus demandas de restitución de las tierras. Mientras negociaba con los representantes de Madero, sus fuerzas fueron atacadas por las tropas federales, obligando a los campesinos rebeldes a refugiarse en las montañas, donde el 28 de noviembre de 1911 Zapata proclamó el Plan de Ayala, en el que exigía la devolución de las tierras de los pueblos y la dotación de ejidos a las poblaciones. Este programa se convirtió desde entonces en la bandera del agrarismo mexicano y en una de las demandas más importantes de la revolución.
Al frente de los campesinos despojados resistió durante ocho años contra los gobiernos de Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza. A partir de la segunda mitad de 1914 y a lo largo de 1915 el estado de Morelos vivió en relativa paz, mientras los aliados de Zapata, los ejércitos villistas, combatían contra los constitucionalistas. Durante esos meses, Zapata repartió la tierra e impuso un régimen de justicia elemental que beneficiara a los campesinos.
Tras la derrota de los villistas, nuevos ejércitos invadieron el campo de Morelos, sin lograr doblegar la resistencia guerrillera. El único medio fue la traición del coronel Jesús Guajardo, quien dirigía las operaciones gubernamentales contra Zapata, y que con el pretexto de un encuentro secreto lo atrajo a la hacienda de Chinameca donde le tenía preparada una emboscada. Allí fue asesinado, el 10 de abril de 1919.
“Yucatán es un estado de hombres y mujeres libres, con derecho al trabajo, a servicios de salud de calidad y a obtener mejores niveles de bienestar social”, afirmó el secretario de Salud, Jorge Eduardo Mendoza Mézquita, orador representante de los tres Poderes del Estado durante la ceremonia cívica conmemorativa del 134 aniversario del nacimiento de Emiliano Zapata. El acto tuvo la solemnidad marcada por paradas miltares, ofrendas florales, iza de bandera y el himno nacional.
Cosa distinta fue la celebración realizada este jueves en Morelos, lugar donde Zapata nació el 8 de agosto de 1891, en un ejido de la comunidad de Anenecuilco. Ahí radica el bisnieto del campesino libertario, Edgar Castro Zapata, que desde la Fundación Zapata y los Herederos de la Revoluciónpromueve otro tipo de homenajes al héroe revolucionario, menos solemnes pero más fieles a la memoria austera y humilde del zapatismo auténtico.
Aunque muchos descendientes directos de quienes combatieron junto a Zapata por el derecho a la tierra y la libertad emigraron a Estados Unidos por mejores oportunidades que el Estado moderno les niega, la fundación que preside el bisnieto está enfrascada en una lucha por hacer cumplir la ley que garantiza protección de un seguro social para los ex combatientes de la revolución zapatista de 1911, hasta la segunda generación. Entre ellos sobrevive un ex combatiente de 103 años.
En una reciente entrevista con el Diario de Morelos, Castro Zapata lamentó que existen viudas y sus familias que están desamparadas, porque no han sido tomadas en cuenta por gobiernos anteriores. Recordó que hasta el pasado 28 de noviembre, durante la conmemoración del Plan de Ayala, se les entregaron casas y predios a las viudas, luego de muchos años de gestiones.
“Poco a poco hemos logrado avances y apoyos, aunque la situación es complicada, porque son gente humilde y de campo; aproximadamente se tiene alrededor de 20 mujeres, viudas registradas de ex revolucionarios”, comentó.
En el Estado de Chiapas, territorio del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, los cronopios limpiaron sus barcazas y los municipios autónomos zapatistas vistieron sus mejores galas como los arcoiris. Bailaron, cantaron y recordaron.
La palabras del subcomandante Marcos ofrendadas a la memoria del guerrero libertario son invariables: “El general Zapata nos enseñó que el poder pudre la sangre y enturbia el pensamiento”. Nuestra lucha no es por el poder, es por la vida, por la  libertad, la democracia y la justicia.

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