CIPAL.
La recaptura del temible delincuente juvenil "Gringasho" ha despertado la ansiedad por la vendetta, el ajuste de cuentas. Nadie ha intentado una explicación lógica y razonable a este problema. No pocos han demandado eliminar físicamente a este juvenil delincuente en el lugar de los hechos y el Presidente Ollanta Humala no ha dudado en decir "si por mi fuera lo mandaría a Challapalca" (al diablo con las normas internacionales sobre DD. HH.), como antes decidiera Fujimori respecto de los sentenciados del MRTA y Sendero Luminoso. Creen que la muerte del delincuente, su ostracismo absoluto es lo que acaba la rabia. Eliminar al delincuente, borrarlo del mapa social. Truculenta forma de exterminio social en pleno siglo XXI.
Cuesta a los gobernantes reconocer el fracaso de la educación pública; el desbarrancamiento de la familia como eje de cohesión afectiva, económica y social; la falta de oportunidades educativas, laborales para los jóvenes y adolescentes de los barrios populares, etc. Le cuesta a Humala admitir que los centros de Diagnóstico y Rehabilitación (Maranguita) yacen sin recursos, literalmente abandonados, convertidos en verdaderos semilleros del crimen. Con escenarios así, tenemos para Gringashos, Canebo a granel.
El tema no es simple, ni se termina con mayor represión. Según el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público alrededor de 45 menores fueron denunciados en el 2012 por homicidio, mientras la DIRINCRI afirma que en Lima, Callao y Trujillo existen aproximadamente 150 menores y adolescentes comprometidos en secuestros, extorsiones y robo agravado. Muchachitos con armas de fuego como quien tiene en sus manos un trozo de helado. Es sintomático que la criminalidad juvenil haya crecido sin comparación en la costa norte (Trujillo, Chiclayo, etc.) donde la economía de mercado viene alcanzando niveles de crecimiento jamás antes visto.
En algunas ciudades, como Callao y la costa norte, van apareciendo los primeros "maras salvatruchas" en reproducción de las temibles organizaciones juveniles centroamericanas dedicadas al crimen, fuertemente vinculadas narcotráfico y al sicariato. Ocurre todo esto en un contexto de modernidad galopante que hunde sus raíces en la desvalorización de la condición humana y donde la desigualdad económica y social, expresada en la falta de oportunidades, crisis de la escuela pública, pobreza, etc. parece no importarle al Estado. El neoliberalismo carga sobre su conciencia haber edificado sociedades del confort y del consumismo desenfrenado; mientras alrededor de las urbes crecen imbatibles los innumerables rostros de la violencia estructural.
Gran responsabilidad tienen los gobernantes de los últimos 20 años de haber renunciado implícitamente a generar desarrollo a partir de una nueva escuela, remozada y pujante. Alli hay una responsabilidad histórica de quienes llegaron al poder con el voto popular para socavar la escuela y acelerar su desaparición social. Hoy la escuela pública parece estar condenada al olvido por la inercia del Estado en inversión. El MINEDU de Patricia Salas solo ha ejecutado el 43.3 % de su presupuesto anual en el 2012, mientras que el Ministerio del Interior apenas el 35.6 % revelando pésima eficacia en el gasto público anual. Sin embargo, se cierran turnos, no se construyen nuevos pabellones, bibliotecas ni laboratorios, y en muchos colegios tienen salones enteros en estado ruinoso, etc. además de incrementarse el numero de deserciones y abandonos de estudios en Lima Metropolitana. ¿Saben a donde irán a parar los miles de menores que egresan de los colegios públicos? Saben los gobernantes qué destino han tenido aquellos que desertaron a medio camino en el último quinquenio? Son los NN que el modelo quisiera olvidar indefinidamente. La estadística del fracaso que ocultan los últimos gobiernos.
Mientras otra generación parece perderse en el anonimato social, sin hoja de ruta y sin un futuro visible, se anuncia la pronta fundación del Lima Villa College, un colegio para los alumnos de "alto nivel socioeconómico" con una inversión de mas de US$ 5`000,000 provenientes del sector privado para atender la fuerte demanda en "educación de calidad". ¿Y los alumnos de bajo nivel socioeconómico?. Para ellos jamas habrá educación de calidad. Sin duda, una patada en la cara a un Estado impávido convertido en volquete de camaleones que no atan ni desatan en educación pública.
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