martes, 23 de agosto de 2011

LA CRISIS EDUCATIVA CHILENA: LECCIONES QUE APRENDER. (II PARTE)

JUAN CONTRERAS T.
CIPAL

¿ESTA EL NEOLIBERALISMO EN CRISIS?


La crisis chilena ha puesto en cuestión las bases ideológicas que sustentaron la privatización de la educación básica y superior consagrados por la Constitución Política de 1980 y la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) de 1990 aprobados por la Junta Militar. No se reclama en Chile una maximización de la inversión privada en este sector, como ocurre en el Perú con el Decreto Legislativo 882 promulgado en 1996, sino la estatización de la educación. Es decir , el rescate del carácter publico y social de la actividad educativa en los niveles básico y superior hoy bajo control de poderosos grupos económicos, demandando una participación promotora, pujante y eficiente del Estado en un sector decisivo en la sociedad chilena.

¿Que aspectos ideológicos en materia educativa han sido puestos en cuestión en Chile?


En uno de sus trabajos Orietta Caponi sostiene que el neoliberalismo introduce tres conceptos para dar justificación ideológica a la mercantilización de la educación:

*La educación como mercancía.


Bajo una economía de signo neoliberal la educación solo es un objeto de consumo, un servicio cuyo acceso esta reservado a aquellos que dispongan de los recursos económicos suficientes para adquirirla en el mercado. Al introducirse el mercado, dice Caponi, quedan escindidos la relación entre persona y conocimiento; persona y cultura; persona y desarrollo; en resumen, se constituye la despersonalización de la persona respecto de su medio, la desideologización de su conciencia social y la negación del rol transformador del hombre en la construcción de la historia.

*La educación como inversión.


El objeto de la empresa privada en el mercado es la obtención de utilidades en base a una eficiente y exitosa inversión en cualquiera de los sectores de la economía. Por lo general las empresas carecen de un visión o sentido de país, en estas entidades lo que predomina a toda costa y por sobre todo es el concepto de utilidad, rentabilidad para sus arcas privadas. La relativización del Estado (Teoría que sustenta el Estado Mínimo) en la educación ha convertido a este sector en una poderosa fuente de lucro para el empresariado. Hoy se invierten grandes sumas de dinero en la educación para obtener gigantesca fortuna y gestar la formación de poderosos grupos económicos estrechamente integrados al poder político. Bajo el modelo neoliberal, la inversión privada articula educación, lucro y poder político escindiéndose respecto del conjunto de la sociedad.

*El hombre como medio y no como fin.


Si durante siglos de desarrollo histórico la educación fue un fenómeno social vinculado al quehacer humano y a su realización espiritual y material, esto últimamente ha sido sustituido por otros conceptos y valores estrictamente vinculados al lucro. No es ya la persona el centro respecto del cual gira la actividad estatal. La vida económica gira alrededor del mercado y su finalidad esencial es la obtención del lucro, con lo cual el concepto universal de hombre, con sus derechos fundamentales y aspiraciones de realización personal y colectiva, se reduce perdiéndose en el anonimato social.

¿Que alienta a los grupos de poder introducirse en la educación hasta el limite de enajenar al propio Estado de su rol constitucional?

La pregunta obliga a interiorizarnos en la mentalidad de los dueños del capital y de los poderosos intereses que estimulan su acción concreta en la educación.

Citado por Astor García Suarez en su trabajo “La educación como mercancía”, Gless R. Jones, Presidente de la Global Alliance for Transnational Education (GATE) patrocinada por la IBM y Coca Cola sostiene que “Desde el punto de vista del empresariado la enseñanza constituye uno de los mercados mas vastos y con mayor conocimiento (. . .) El sector resiste a la tecnología y sus costos aumentan (y) hay demasiada competencia. Se hace cada vez mayor la distancia entre la demanda de formación y la capacidad de acogida de la enseñanza superior. Por estas razones, los empresarios consideran que la enseñanza es un extenso mercado por conquistar”.

Esta apreciación confirma la filosofía del mercado como regulador absoluto de la vida social y la reducción de la educación en un objeto de consumo, un servicio publico mas, reservado para aquellos que dispongan de recursos para acceder a ella, mas no un derecho humano que el Estado esta obligado a dirigir, promocionar y plasmar en beneficio de la sociedad en general. Esta visión fundamentalista es la que ha inspirado, en el caso peruano, el 3er. pfo. del art. 15 de la Constitución Política de 1993 y su desarrollo legislativo en el Dec. Leg. 882, la Ley Gral. de Educación (2gdo. pfo. del art. 5), la Ley 28988 (La educación como servicio publico esencial) vigentes en nuestro ordenamiento jurídico. Insisto, cualquier comparación con el modelo chileno no es pura casualidad. La diferencia radica en que en Chile este modelo esta ya agotado. En el Perú, en cambio, las elites no perciben la necesidad de una transformación profunda del sistema educativo que comprendan tener presente además sus implicancias económicas, sociales, culturales, etc.

En general, la trascendencia de las luchas del movimiento estudiantil y de la sociedad civil chilena en general han desmenuzado por completo estos conceptos y valores ideológicos de signo neoliberal que durante los últimos 30 años prescindieron de la sociedad en la formulación de sus políticas publicas, una de ellas la educación, para entronizar en el poder conceptos e intereses contrarios al derecho fundamental de las mayorías a una educación gratuita, universal y de calidad.

Las cifras aportadas en el 2006 por el Bloque Social (Ver: La crisis educativa en Chile: Diagnostico y Propuestas) nos relevan de mayor juicio por la contundencia de su diagnostico. La crisis no es de hoy; simple y llanamente la estructura educativa en Chile ya no funciona, ha erosionado a la sociedad; agiganta la desigualdad social revelando que un Estado ajeno a los derechos humanos de la población no solo es reaccionario y antihistórico, por estar ubicado en sentido contrario al progreso social, sino peligroso para la construcción de convivencia democrática y solidaria que enarbola en esta época de crisis global del neoliberalismo la importancia de la inclusión social, como principio y condición fundamental para su desarrollo. ///

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